Hacerle tres preguntas a Maricela Guerrero nos permite escuchar y leer sus visiones sobre el papel de la literatura y el arte con el Capitaloceno, sobre cómo sus libros la llevan a reconectar con los árboles de su infancia, de cuando observaba una célula en un aula de escuela, de sus conversaciones como amigos como Mónica Nepote. Sus reflexiones, como lo es toda su obra, tiene esa dulzura poderosa, su gran emoción y pasión al momento de ver la vida. Gracias a Gisela Heffes porque nos lleva a Maricela y nos permite conocerla un poco más. Vengan a escucharla y a leerla a www.hablemosescritoras.org y a comprar sus libros a www.shopescritoras.com.
1. Frente a los cambios que el Antropoceno va produciendo en el planeta y las crecientes alteraciones geológicas que los humanos estamos provocando, ¿cuál es el rol de la literatura y el arte, y es posible (o no) dar cuenta estéticamente de estos cambios?
Me gusta imaginar que es inevitable. La cultura y las propuestas estéticas contemporáneas desde la primera acumulación de capital, ya son en sí mismas alteraciones antropogénicas, por jugar con un nombre, aunque para mí es más claro considerarlo desde el concepto Capitaloceno, es decir, no es la humanidad en abstracto quien ha alterado las condiciones planetarias; sino personas, familias y estados concretos detrás de capitales económicos y políticos quienes han tomado decisiones para colonizar, depredar y convertir en mercancía todo lo que conocemos y estamos por conocer; incluso la conciencia ambiental.
No podemos abstraernos del tema ni de las condiciones de creación inherentes a un estado de las cosas en crisis perenne.
La literatura y el arte son condiciones del Capitaloceno y a su vez el Capitaloceno es una condición medular del arte y la literatura: de la cultura en general, la ciencia, la medicina, el lenguaje: imposible hablar de otra cosa, aunque no se hable o no se pretenda: es imposible como dejar de respirar, creo, mientras se siga vivo.
2. ¿Cómo visualizar, además de la crisis planetaria y el imaginario escatológico, nuevos mundos o mundos alternativos, tal como lo proponen escritores como Margaret Atwood, cuando señala: “Las utopías van a volver porque tenemos que imaginar cómo salvar el mundo”?
Vamos de utopía en utopía, creo; ese es uno de los principales ejercicios del arte y la escritura, imaginar posibilidades para salvar el mundo o incluso para inventar otros mundos o hasta para proponer su apocalipsis.
Las utopías surgen para generar esperanza; aunque a veces creo que tener esperanza nos impide ver la catástrofe real en que nos encontramos y la imposibilidad de actuar contundentemente.
Creo que a veces, consideramos que con “pequeñas acciones” se lograrán grandes cambios, como separar la basura o dejar de utilizar un día el auto; aunque me he vuelto muy escéptica al respecto, sobre todo considerando que son los capitales económicos y políticos quienes toman las decisiones para regular y dosificar el apocalipsis.
3. ¿Cuáles son los textos, trabajos y obras que más te inspiraron a escribir, entre muchos, El sueño de toda célula, y por qué?
En un principio, las clases de biología de la secundaria: las prácticas de laboratorio, observar células en el laboratorio, bajo la guía de la maestra Ceballos. Posteriormente, un deseo muy fuerte y pueril de volver a conectar con los árboles de mi infancia urbana, el bosque de Chapultepec, el jardín del patio de la escuela, los árboles de la cuadra, de mi colonia, los que se alcanzaban a ver desde la azotea y ejercicios de recuperaciones; por ejemplo, un libro de esas primeras juventudes: El maravilloso viaje de Nils Holgersson de Selma Lagerlöff, conversaciones con Mónica Nepote y Nadia Escalante.
Por otro lado, en conversaciones con Luis Alberto Arellano conocí la obra de Juliana Spahr This Connection of Everyone with Lungs / Todo aquello que respira con pulmones. Entre otros autores Viel Temperley, Jorge Eduardo Eielson y los neobarrocos José Kozer y Néstor Perlongher. Y bueno todo lo que se indica en la última parte del libro como “Lecciones”
Una vez escrita y publicada la obra, comenzaron a aparecer autores y obras con los que me identifico mucho como la obra Estado Vegetal de la chilena Manuela Infante interpretada por Marcela Salinas, que se presentó en el festival Cervantino de 2018, y a través de la cual posteriormente revisé la obra de Stefano Mancuso y Alessandra Viola, Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal.
Y bueno ahora hay toda una constelación de autores y obras tratando el tema de crisis planetaria desde diversas perspectivas y posturas; y aunque albergo una esperanza sin optimismo, como reza el libro de Terry Eagleton, estoy transitando por un momento en que considero que la esperanza es lo que ha permitido al capital regularnos el apocalipsis.