La artista y escritora Verónica Gerber Bicecci nos ha invitado continuamente a repensar la relación entre arte y literatura, literatura y arte. Hoy en nuestra sección "Estéticas del antopoceno" nos dice "que una escritura que se cuestiona a sí misma puede ser un buen comienzo." Es este cuestionamiento el que mueven las tres preguntas que Gisela Heffes le hace sobre el daño del hombre al medio ambiente y ella responde con la respuesta del oráculo de la www.lamaquinadistopica.xyz. Los invitamos a escuchar y leer.
1. Frente a los cambios que el Antropoceno va produciendo en el planeta y las crecientes alteraciones geológicas que los humanos estamos provocando, ¿cuál es el rol de la literatura y el arte, y es posible (o no) dar cuenta estéticamente de estos cambios?
Acudo al oráculo de lamaquinadistopica.xyz (realizada en colaboración con Canek Zapata y Carlos Bergen) e inserto los años 2029, luego 2031, y después 2073 y ella me responde.
2. ¿Cómo visualizar, además de la crisis planetaria y el imaginario escatológico, nuevos mundos o mundos alternativos, tal como lo proponen escritores como Margaret Atwood, cuando señala: “Las utopías van a volver porque tenemos que imaginar cómo salvar el mundo”?
Pienso que una escritura que se cuestiona a sí misma puede ser un buen comienzo. Hace algún tiempo trabajé de la mano de la editorial Gris Tormenta en una antología de textos que tienen la consigna de ser ensayos especulativos sobre el futuro de la literatura y de las artes visuales. El libro se llama En una orilla brumosa. A partir de los textos que comisionamos y de los que encontramos, intenté radiografiar estrategias posibles para la escritura (entendiéndola como una forma de hacer imágenes, sonidos, palabras, gestos, movimientos, etcétera) y propuse cinco rutas posibles: las escrituras autónomas e ininteligibles, las escrituras no humanas, las escrituras migrantes, las escrituras antónimas y las escrituras desenterradas. Estas rutas no son excluyentes sino que pueden intersecarse de distintas maneras unas con otras. Quisiera pensar que tal vez con ellas se podría trabajar en una escritura que se cuestiona a sí misma, y así lograr imaginar otros mundos posibles. El texto en extenso puede leerse en el libro Una orilla brumosa. Cinco rutas para repensar los futuros de las artes visuales y la literatura que puede leerse de manera libre en el enlace anexo.
3. ¿Cuáles son los textos, trabajos y obras que más te inspiraron a escribir, entre muchos, La compañía?
La Compañía es un texto que tiene la peculiaridad de intentar incluir en sí mismo todos los documentos, obras, trabajos, tesis, diagramas, fotografías y conversaciones que la hicieron posible. La descripción de todas esas capas puede encontrarse en un listado de fuentes que es, a mi parecer, parte constitutiva del libro y su lectura, y no solamente una bibliografía. Pero en la genealogía y proceso del proyecto hay, desde luego, muchos otros documentos de los que abreva, por ejemplo, la novela corta La historia de mi vida, de Ted Chiang o La Jetée, de Chris Marker. También fue importantísima la lectura de Distancia de rescate de Samantha Schweblin, los artículos y columnas de Yasnaya Elena Aguilar Gil, Los muertos indóciles de Cristina Rivera Garza y los ensayos y cursos de Graciela Speranza y Florencia Garramuño, por mencionar algunas de las fuentes indirectas más importantes que no aparecen en el libro.